La ciudad que hace de sus contrastes su rasgo más característico
Hamburgo parece ser la ciudad que lo tiene todo: elegancia, multiculturalidad, vida nocturna, actividad musical, modernidad y espíritu marítimo, a pesar de ser una ciudad sin mar. Sin embargo, su puerto, el tercero más grande de Europa, ha determinado la historia y evolución de Hamburgo hasta convertirse hoy en el corazón que hace palpitar a la ciudad.
Gracias a la exención de aranceles aduaneros concedida en el s. XII, la ciudad comenzó a disfrutar de una importante vida comercial. Favorecida por su conveniente ubicación, Hamburgo fue la metrópolis del comercio mundial desde la que muchos europeos partían hacia el Nuevo Mundo. Sin embargo, parte de su actividad se vio afectada por la pérdida de colonias alemanas tras la Primera Guerra Mundial, así como por los profundos daños sufridos durante la segunda. Fue a partir de los años ‘50 cuando Hamburgo se convirtió en uno de los principales exponentes del milagro económico alemán, al hacer del puerto y de las empresas de comunicación su principal fuente de riqueza. La caída del muro le permitió además ampliar sus líneas comerciales, no sólo a la Alemania reunificada, sino también a los países del Este.
Esta tradición marítima originada por el puerto se ha visto a su vez alimentada por la presencia casi constante del agua, sobre todo por parte del río Elba y del lago Alster, que se comunican entre sí a través de un entramado de angostos canales que atraviesan el centro de la ciudad. Es a espaldas del Ayuntamiento, uno de los pocos edificios conservados en su estilo original, donde se pueden encontrar algunos de estos canales, así como una de las mejores zonas comerciales de Hamburgo. Desde galerías de tiendas y boutiques conectadas entre sí, como la Kaufmannshaus o el Hanseviertel, hasta la posibilidad de disfrutar de los cafés frente al lago en las Alsterarkaden.
La elegancia de Hamburgo puede además apreciarse en su variedad arquitectónica, herencia de su espíritu internacional. Los amantes de la arquitectura encontrarán una ciudad contrastante con ejemplos como la Chilehaus, imponente edificio expresionista de 1925, o las construcciones de la Speicherstadt, uno de los complejos más representativos de la ciudad. El concepto responde al de ciudad-almacén, y las fachadas neogóticas de ladrillo rojo, así como los puentes y canales, han convertido a esta zona de la ciudad en una atracción turística por mérito propio.
Hoy día muchos de estos edificios están siendo restaurados, como también lo ha sido la llamada Hafen City. En ella se puede disfrutar de modernísimas construcciones de diseño, de entre las cuales destaca la Elbphilharmonie. Es considerada una de las más modernas y acústicamente avanzadas salas de conciertos del mundo, y su característica silueta en forma barco ha pasado a ser un símbolo de Hamburgo como referente musical europeo.
La vocación internacional que ha traído el tráfico marítimo ha dado como resultado la existencia del Portugiesenviertel, o barrio de los portugueses, que ofrece algunas de las mejores posibilidades para comer marisco. Asimismo, en el puerto, y por su proximidad al Fischmarkt, se puede encontrar pescado fresco en restaurantes modernos y de calidad.
Como ciudad (casi) marítima, a Hamburgo no le puede faltar una oferta de vida nocturna en el barrio de Sankt Pauli que pocas ciudades alemanas disfrutan. Esta cara, algo menos elegante pero tremendamente atractiva, fascinó a los Beatles a principios de los ‘60, nutriendo el espíritu de una metrópoli que ya de por sí era ecléctica y cosmopolita.
Hoy día la ciudad convive con su elegancia, su espíritu alternativo y vibrante, su tradición pesquera y su modernidad arquitectónica, haciendo de los contrastes el rasgo más fascinante y característico de Hamburgo.
Celia Martínez | Guía de Alemania